¿Escuchas tu voz interior? ¿Conectas con lo que intuitivamente te dices a ti mismo? Son los susurros de tu alma que te está hablando .
Desde lo más profundo de tu Ser te estás hablando a ti mism@ y sólo de ti depende darte prioridad y escucharte, o dejarte arrastrar por la vorágine de la existencia material en que vivimos, con cientos de distracciones que nos invitan a mirar hacia afuera, y que nos alejan cada vez más de nuestro verdadero Ser interno, que se va agotando de tanto gesticular para llamar nuestra atención y se desgañita de tanto chillar para que lo oigamos.
Si no le hacemos caso, poco a poco se va apagando esa vocecita, hasta hacerse tan imperceptible que puede desaparecer. ¿Para qué se va a esforzar si no le hacemos caso, si no creemos en ella, si no le damos el lugar y la importancia que merece en nuestra vida.? Esa vocecita es sabiduría innata. Pura conexión con el espíritu.
¿Te ha pasado alguna vez que en cosas de lo más cotidiano, has tenido una sensación intuitiva, algo que te decía “es así” , “hazlo” , “ves”, “vuelve”, “va a llover”, “contacta con…” y luego, los hechos pasan a confirmarte que hubiera sido la mejor decisión?
La mente controladora y racional te incita a actuar de diferente forma, con todo su conocimiento adquirido y sus argumentos incuestionables, le haces caso y te equivocas.
Y luego te dices, ya lo sabía, ¿ por qué no hice caso a mi instinto?. La primera idea que surge, por intuición, suele ser la buena.
Eso ocurre porque no confiamos en nosotros mismos, no nos valoramos, nos creemos insuficientes, imperfectos y carentes de sabiduría. Desde nuestra mente nos estamos cuestionando todas nuestros proyectos y nos auto juzgamos y autocriticamos continuamente.
Y no nos creemos capaces. Siempre nos comparamos con los demás y lo hacemos a perder.
Con la observación y la práctica, aprendemos a confiar cada vez más en esa vocecita que nos advierte y ayuda en nuestro camino por esta senda que llamamos vida.
Y también aprendemos a acallar esa mente insistente, que nos llena de razones y también de temores, de limitaciones, que nos dice que no podemos, que no valemos, que nos critica y nos juzga. Que es incapaz de valorar y celebrar nuestros logros y sin embargo se centra en cualquier error que podamos cometer, como si esto fuera un delito.
Es sano equivocarse, ya que forma parte de nuestro aprendizaje. Los errores nos enseñan a transitar por esa experiencia y a ser capaces de hacerlo mejor la próxima vez.
Si nos paralizamos por el miedo a cometer errores, terminaremos por no actuar y por no salir de nuestra zona de confort. Y así no se evoluciona.
Hay que vivir , experimentar, atreverse a actuar, a acallar esa vocecita mental que nos dice no puedes y escuchar esa otra vocecita que viene de nuestro corazón y que nos indica qué es lo mejor para nosotros, lo que nos va a ayudar a evolucionar y lo que nos va a aportar felicidad.
Cuando somos conscientes de que la mente está a nuestro servicio y no al contrario, estamos a las puertas de nuestra libertad.
La mente es puro conocimiento, necesario por supuesto, para poder funcionar en este mundo material, pero nosotros no somos sólo materia. Somos un espíritu, que ha adoptado un personaje en este mundo material.
Por supuesto es un mundo de lo más variopinto y atrayente, y estamos en él para nuestro crecimiento y aprendizaje , como en una escuelita , para a través de las experiencias que nos permite generar, poder evolucionar en espíritu.
Para ello hay que elegir, podemos evolucionar a través del ego, esa mente calculadora que de forma racional nos indica cual es el camino correcto y que se basa generalmente en la separación , donde el yo es lo más importante. Donde para obtener éxito y reconocimiento tengo que pasar por encima de ti y tener más que tu.
O podemos evolucionar por medio del espíritu, que aboga por la unidad que todos somos en espíritu, dado que procedemos de la misma fuente y por tanto estamos conectados .
Los valores del espíritu son la solidaridad, la colaboración y no la competencia. Todos somos uno y viajamos en el mismo barco y llegar a puerto , la fuente, será más fácil si nos ayudamos y colaboramos entre nosotros.
Y para ello el primer paso es conectarnos con nuestra brújula interior, con esa vocecita sabia e intuitiva que nos va guiando si la escuchamos.
Te presento los ocho pasos para conectar con tu brújula interior.
1. Conéctate con tu guía interior y agradécele por su ayuda.
2. Pídele señales que puedas entender. Y si es necesario más de una, yo suelo pedir tres y así sé que realmente es , que me lo están confirmando.
3. Suelta el control y confía, tu Ser superior quiere lo mejor para ti, a pesar de que en principio la mente te diga que te equivocas.
4. Actúa conforme a lo que tu corazón te pide, aunque no sepas con certeza donde te va a llevar.
5. Paso a paso, el camino se va abriendo a medida que lo transitas. Si fuera una escalera, a medida que avanzas aparecen los peldaños.
6. Y si descubres que te has equivocado, no pasa nada, acepta que tal vez es una experiencia por la que tenías que pasar para tu aprendizaje y que ella forma parte de un bien mayor para ti. La aceptación genera mucha paz interior. Rectifica, pide guía y adelante.
7. Desarrolla la paciencia. Todo ocurre en tiempo divino y a veces queremos todo, pero no estamos preparados para asimilarlo.
8. Pide al universo que te dé aquello que puedas realmente gestionar.
I tu, ¿conectas con tu intuición? ¿ Percibes las señales que se manifiestan a tu alrededor?
Gracias por leer los ocho pasos para conectar con tu brújula interior.
Estaré encantada de leerte en comentarios.
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