Voy a empezar este blog con una cita de Marianne Willliamson que me parece maravillosa -citada también por Nelson Mandela en su discurso como Presidente electo de Sudáfrica- y que refleja muy bien el miedo que nos produce nuestra grandeza, el miedo a brillar.
"Nuestro mayor temor no consiste en no ser adecuados. Nuestro temor consiste en que somos poderosos más allá de toda medida. Es nuestra luz y no nuestra oscuridad lo que nos atemoriza.
Nos preguntamos ¿Quién soy yo para ser brillante, espléndido, talentoso, fabuloso?
Pero, en realidad, ¿Quién eres tú para no serlo? Eres hijo de Dios. Tus pequeños juegos no sirven al mundo.
Disminuirte a ti mismo para que los demás no se sientan inseguros a tu lado no tiene nada que ver con la iluminación. Todos estamos hechos para brillar, como brillan los niños. Nacemos para manifestar esta gloria que está dentro de nosotros. Y no es que esté solo en algunos, está en todos nosotros.
En la medida en que dejamos que brille nuestra propia luz, damos permiso a otros para hacer lo mismo.
En la medida en que nos liberamos de nuestro miedo, nuestra presencia libera automáticamente a otros. "
Así que aparta a un lado a ese ego que te dice que eres pretencioso y permítete brillar con luz propia y aceptar esos dones y talentos que solo tu posees y que debes entregar al mundo, porque lejos de ser pretencioso, lo que serías es muy egoísta de no compartirlos y quedártelos solo para ti.
Todos somos buenos en algo o en muchas cosas y es absurdo reprimir esos talentos para no sobresalir ni llamar la atención, más aun, debemos cultivarlos, porque en aquello que tenemos una facilidad innata, cuando además le damos la atención necesaria y lo potenciamos, podemos llegar a ser excepcionales y con ello alcanzar la excelencia y dar un servicio impagable.
Siguiendo el consejo de Marianne, limítate a explorar tu presente y a jugar como un niño. Permítete expresarte en tu máxima expresión . Con ello tú te sentirás realizado y feliz, y permitirás al mismo tiempo que los demás también puedan hacer lo mismo, porque ciertamente, no predicamos con lo que decimos, sino con nuestro ejemplo. Es siendo auténticos y permitiéndonos nuestro crecimiento y perfeccionamiento en nuestra máxima expresión , brillando en nuestra excelencia, como animamos a los demás a hacer lo mismo, a permitirse ser y brillar con su propia luz , sin que se sientan por ello pretenciosos, porque es una trampa del ego y la falsa humildad a veces nos juega malas pasadas.
Y nos preguntamos ¿Cómo puedo pretender ser y hacer eso? ¡Eso es demasiado grande para mí! . ¡Yo no soy tan bueno! Me siento pretencioso. El ego es así, siempre encontrará un obstáculo o algo que nos falte. Y tendemos a compararnos con alguien a quien consideramos mejor, siempre a peor. Y ello nos genera inseguridad.
En el momento en que comprendes que nadie hace sombra a nadie, que esas personas a las que admiras son también espejos que te muestran tu propio camino y que no tienes que competir con ellas ni tampoco hacer lo mismo, porque tu tienes tu propia energía y tu forma de realizarte en tus talentos únicos e irrepetibles, te haces grande, y eres capaz de creer en ti y valorarte, y dejar a un lado a ese ego que te dice que tienes grandes pretensiones.
Y si las tienes, me parece perfecto, créetelo, no son pretensiones, es tu esencia que te indica el camino a seguir y solo tienes que atreverte a seguirlo dejándote llevar por tu propia intuición.
Y tu, ¿Te sientes pretencioso cuando expresas tus talentos? ¿Te atreves a acallar tu ego y permitirte Ser tu máxima expresión? Me encantará leerte en comentarios.
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